Estoy apretado por mis iguales en un rincón oscuro de la casa, esperando como ellos que alguien quiera tomarme en sus manos y deleite sus ojos en mis líneas de principio a fin. Pero que estoy pensando, esto es tan solo un sueño, porque a la costumbre de leer cada vez menos, se suma que compito de manera desigual con la tecnología y con los amigos de Morgan.
Lejos quedaron aquellos días en los que mi pasta dura reluciente brilló en la vitrina de librería junto a los clásicos y las novelas que los hoy ancianos, degustaban de manera sin igual. Mi dueño pagó por mí una suma que actualmente causa risa y que sigue escrita tenuemente en el respaldo de mi primera hoja, que como todas a perdido su blanco original para ser del color de lo viejo, amarillento y áspero con un característico olor del papel envejecido mesclado con la madera añejada de la biblioteca, que antes era una de los lugares de la casa que más se valoraba por su significado social y su aporte al crecimiento cultural de las familias.
Es curioso recocer cuenta información se encuentra plasmada en mi alma gastada y como puedo conducir a los que se deciden a mirarme para que se conviertan en conocedores de una práctica que ayuda a vivir mejor, que tiene una respuesta para cada cosa si se sabe buscar o se cuenta con el orientador que aproveche al máximo el saber que contengo, pero hoy se que es más fácil encontrar lo que atesora en programas radiales, de tv o tan solo haciendo uso de la herramienta que me ha desplazado lo mismo que a mis iguales.
La primera vez que me enteré de que lo escrito se podía llevar de un lado a otro por medio de pantallas con color y movimiento, me sentí amenazado, especialmente porque en ese momento ya era conciente del deterioro que los años habían dejado en mí, pero lo más doloroso lo vi cuando el menor de la casa en la que vivo se sentó cerca de mi a pasar hojas con un dedo, como si se tratara de mi mismo, en un pedacito de vidrio lleno de luz y de color abundante, sin límite de capacidad de almacenamiento, ni olor, ni deterioro, simplemente limpio, sencillo, barato y variado.
Me consolé pensando en mi incondicionalidad puesto que no dependo de la energía, ni me afecta la cantidad de luz solar que se puede apreciar en el campo abierto, para quien me quiera leer en un parque, en el campo o incluso en un andén. Los que saben de nuestra utilidad se atreven a decir que no desapareceremos nunca puesto que somos únicos e irreemplazables, pero lo normal en que se nos reemplace por copias parciales o por imitaciones burdas de las que nuestros creadores no reciben beneficio alguno, rebajando nuestra condición por medio de una piratería que invade el mundo actual a todo nivel.
Soy antiguo y guardo en mi la compilación de muchos libros, el trabajo realizado por traductores y escritores que se han preocupado por ajustar en el tiempo la verdad de una fe que rige la vida de muchas personas del mundo y esto me define como un libro sagrado, pero me encuentro en un rincón olvidado por los que frecuentan mi espacio. Creo que en algún lugar existe alguien que sacaría buen provecho de lo que en mi se trata y espero que ese día llegue pronto para volver a brillar con todo mi contenido.
Maryi Andrea Gamboa Toloza.